miércoles, 16 de noviembre de 2011

DECLARACION FINAL DEL ESPACIO DE REFLEXION EN NOMBRE DE LA PAZ. BAYAMO. GRANMA. CUBA.


En la ciudad de Bayamo, cuna de la nacionalidad cubana, que en sus casi 500 años de existencia ha sido escenario de la cristalización de un pueblo en el alma colectiva de la nación; que sabe de las honduras humanas que fecundan familia y patria en un mismo proyecto social, suscribimos este llamamiento a la conciencia de todos los hombres de buena voluntad, guiados por el precepto de que defender la paz es la mejor manera de luchar por un mundo mejor, donde libertad, igualdad, justicia, concordia y fraternidad sean las claves para hermanar a la humanidad toda.
Hoy, cuando el mundo es asombrado testigo de que el siglo XX, el más sangriento y belicoso de la historia, proyecta sus sombras luctuosas en los derroteros del nuevo siglo, es hora de crear las condiciones para que la finalidad primordial de las Naciones Unidas: "preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra", pueda cumplirse.

Los hombres y mujeres hoy reunidos en este espacio de reflexión “En nombre de la paz” sabemos que la humanidad tiene en sus manos los medios para curar enfermedades y eliminar la pobreza y el hambre, a la vez que eliminar –con la voluntad creciente de las fuerzas progresistas- las amenazas del flagelo de la guerra, generado por las injustas desigualdades de este mundo globalizado, en el cual el derecho ajeno y la dignidad humana nada valen para los poderosos. Estamos en un siglo que debe convertir en realidades las normas universales que, de llevarse a la práctica, contribuirían en gran medida a que la guerra se volviera innecesaria e imposible.
Como la paz se construye desde cada conciencia individual y en la gran conciencia colectiva de la humanidad, hoy cada hombre digno en el mundo debe dar muestras de la creatividad y el valor necesarios para crear una cultura de la paz, que construya un siglo XXI bajo su divisa universal. Si concebimos la inteligencia y la cultura como los primeros reservorios de la convivencia y la paz, entenderemos su raíz humana y estaremos en condiciones de labrarla con las armas de la razón, en el corazón y la conciencia de cada habitante, de que con justicia e igualdad sería el planeta el hogar ideal para convivir todos felices en un mundo mejor.
Hoy apelamos a una actitud universal de lucha para eliminar todas las manifestaciones de la guerra, como son el tráfico de armas, la deuda del Tercer Mundo, la violencia contra la mujer, las armas nucleares, el uso de niños como soldados, la discriminación por razón de género, religión, orientación o condición humana, y luchar incesantemente contra todas las formas de terrorismo, en especial el terrorismo de estado, del que tanto sabe nuestro pueblo víctima de sus formas más macabras, urdidas por la obstinación del Imperio en su ciega hostilidad contra Cuba.
Los granmenses, como auténticos cubanos de estos tiempos, pensamos que es hora de redefinir la seguridad en términos de necesidades humanas y ecológicas. Sostenemos que las violaciones de los derechos humanos son una de las causas fundamentales de las guerras. Esas violaciones incluyen la negación de derechos económicos, sociales y culturales, así como de derechos políticos y civiles.

La distinción artificial entre esos dos tipos de derechos no puede seguir tolerándose. Afirmamos el carácter universal e indivisible de los derechos humanos y exigimos mecanismos más eficaces para aplicar y hacer cumplir los tratados de derechos humanos y reparar el daño ocasionado a las víctimas por la violación de sus derechos, como sucede hoy con los cinco luchadores antiterroristas cubanos prisioneros del Imperio, convertidos en víctimas de la interpretación tendenciosa de la ley y de la violación de sus más elementales derechos como hijos, padres, esposos, patriotas y hombres de bien, que es lo que son Antonio, Gerardo, Ramón, Fernando y René, nuestros entrañables hermanos.

Creemos que es necesario reemplazar la ley de la fuerza por la fuerza de la ley, para hacer valer los derechos de todos y terminar con lo aberrante de esta causa judicial que actúa como manifestación de la alarmante concentración del poder económico y político de una minoría nostálgica que pretende llevarnos de nuevo al pasado como nación, con una conducta irresponsable que lesiona los más elementales principios humanos.

Esa minoría retrógrada es la misma que, a escala planetaria mantiene la imposición de políticas macroeconómicas neoliberales, que están destruyendo el medio ambiente, generando pobreza y desesperación, ampliando las divisiones y fomentando la guerra.

La declaración final de este espacio de reflexión “En nombre de la paz”, que expresa las esencias de las más nobles aspiraciones del pueblo cubano, protagonista y testigo de una hermosa historia de tradiciones y de luchas que le hace símbolo peculiar de patriotismo, apoya los esfuerzos encaminados a denunciar el actual modelo destructivo de mundialización, ante lo cual oponemos la globalización de la solidaridad, conscientes de que, entre todos, con el concurso de todos y aunando nuestros sueños, un mundo mejor es posible.

Apelamos a la conciencia de todos los hombres de buena voluntad, desde Bayamo, en el corazón de Cuba, para hacer de la cultura de la paz el primer esfuerzo por la construcción de ese mundo mejor.
Instituto cubano de Amistad con los Pueblos
Delegación Granma
Noviembre 16 de 2011.

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