Por azares de la vida, me tocó recientemente visitar varias veces la Clínica de Especialidades Médicas, dicho en el argot popular, “El Pediátrico”, a la salida de Bayamo hacia Santiago de Cuba, y la verdad que una vez más tuve una inusual sensación de confort y confianza.
En estas ocasiones las visitas no fueron como las anteriores en funciones reporteriles, sino como paciente, teniendo entonces la oportunidad de comprobar los elogios hechos en trabajos publicados por este semanario.
En ese muy bien denominado “palacio de la salud”, se respira respeto, profesionalidad y un profundo amor por el ser humano, desde el área exterior, el vestíbulo, el ascensor, y cada uno de sus más recónditos rincones.
No falta el saludo cordial, la información o explicación, en caso de necesitarlas, la sonrisa que fortifica, la frase de aliento... en fin, que esa es una institución con un sello distintivo.
Tengo el convencimiento de que un elevado número de lectores coincidirá totalmente con las afirmaciones expuestas, pues son muchos los criterios favorables escuchados.
No se trata de intentar adulaciones o de agigantar la cotidianidad, sino de ser totalmente justos al reconocer en su colectivo, además del profesionalismo, la esencia y la espiritualidad, tan difíciles de encontrar en estos tiempos
En la Clínica..... se antepone, como reto esencial, la satisfacción de la población, la gestión y cometido del capital humano, el progreso de la ciencia médica y la eficiencia en la utilización de los recursos.
Allí, los conceptos de sensibilidad y humanismo logran un superior entendimiento, al estar representados por personas sencillas y altamente calificadas que comparten importantes valores como sostén básico de su labor cotidiana, tales como lealtad a los principios de la Revolución, moral, ética, responsabilidad y profesionalidad.
Conozco, por familiares y amigos de la calidad de servicios como Reumatología, Oftalmología y Siquiatría, pero en mi caso, me siento obligada a resaltar el de Neurología, en el que médicos, enfermeras y técnicos visten sus mejores galas en pos de la mejor calidad de vida de sus pacientes.
En esta ocasión no se cumplió el refrán que con frecuencia utilizaba el colega Ibrahim Verdecia “no es lo mismo se glúteo que geringuilla”, porque fui respetada y atendida con igual interés, como visitante y como paciente.
lunes, 30 de mayo de 2011
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❤❤❤
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