viernes, 30 de noviembre de 2012

El mérito de la retribución

Menuda, delicada y “frágil”, de voz suave y manos habilidosas para aliviar el dolor, así veo a esta joven bayamesa que 23 años atrás vino al mundo como una personita sumamente valiosa. La hoy doctora en Estomatología Marta Garcés Rosales, graduada con Título de Oro en el año académico 2010-2011, fue noticia en la primera plana de este semanario el 21 de noviembre de 1989, a través de una carta de agradecimiento enviada por su padre, y publicada con el título “Sí Sergio, eso es socialismo”, que en algunos de sus párrafos dice: “Se trata de reconocer un esfuerzo y de divulgar también un mérito científico, mi esposa, Marta Rosales Tamayo, llevó años tratando de llevar a feliz término un parto, parecía que su voluntad y la ciencia no bastaban. “Después de seis meses de ingresada en la sala de Perinatología del hospital Carlos Manuel de Céspedes, logró en el día de ayer culminar un período en que la previsión científica y el cuidado esmerado de un grupo de profesionales y personal de servicio se conjugaron eficazmente. “Quiero compañero director hacerme algunas preguntas que quizás a alguien pudieran servir: ¿puede un matrimonio de trabajadores costearse en cualquier otra sociedad la estancia especializada en una unidad de salud por seis meses?, ¿podrán nacer niños como la nuestra en otro país, en cualquier otro hospital, en los más sofisticados y elitistas?, cuando de por medio no está el dinero y el interés, sino la eficiencia de profesionales preparados para servir al pueblo, entregados a su profesión y que de recompensa solo esperan la utilidad del servicio prestado, imposible de medir con dinero. “¿Habrá entonces quien pretenda negarle a la Revolución los esfuerzos que en el campo de la salud, solo para nombrar al que nos ocupa, hace por el pueblo?” La misiva concluye plasmando los nombres de quienes como un familiar más, contribuyeron directamente y celebraron el advenimiento de la pequeña: doctor Norberto Guerra, doctora María Millán, enfermera jefa Mayda Aguilera; enfermeras Paula Medina, Juana Bandeur y Marta Viera; trabajadores auxiliares Virgen Hernández y Rafael Corrales. Cumpliendo con su servicio social en la Clínica estomatológica del municipio de Buey Arriba, Martica, como cariñosamente la llaman, asegura que “esta es una forma de retribuir todo cuanto se invirtió en mí, pues soy hija de la Revolución, y solo en Cuba hubiera podido estudiar esta carrera”. Allí la encontramos, desenvuelta y segura, como si siempre fuera parte de ese colectivo; confiada en su preparación; con la alegría de quien trabaja en lo que un día soñó y realmente ama. Alegre y buena anfitriona conversa sobre su vida: “Desde que tuve uso de razón supe de cómo fue mi nacimiento, pues mi papá me leía frecuentemente la carta publicada, y con el tiempo entendí. “Estudié en el IPVC Silberto Álvarez Aroche y decidí optar por la carrera de Estomatología, porque siempre me gustó ayudar a las demás personas. “Mi estancia en este montañoso municipio es acogedora, disfruto de la sencillez y bondad de las personas, que me hacen sentir cómoda, relajada y protegida, aunque no niego la necesidad de mis padres, pues los extraño y llamo por teléfono diariamente. “Quisiera cuando vaya a ser madre tener el apoyo y la atención médica que mi progenitora recibió. “La vida laboral es un poco difícil, estudiar es una cosa pero ya trabajar es otra, sin embargo he tenido la suerte de contar con compañeros muy profesionales, ha sido una magnífica experiencia.” Su alto valor humano se evidencia en una anécdota que trae a colación: “Hace poco encontré en el cuerpo de guardia a una muchachita de Nuevo Yao, de solo 14 años con todos los dientes anteriores cariados y con abscesos, la inflamación era tremenda, ella solo quería librarse de esa situación y aceptó la necesidad de extraerlos todos. “Continué atendiéndola, le restauré toda la dentadura y ya está próxima la colocación de la prótesis estomatológica parcial; aunque no pertenece a mi área, pero me sentí obligada a ayudarla, al punto de costear su tratamiento, poder hace todo eso me emocionó mucho y ratificó el apego a la carrera elegida.” Martica tiene la jovialidad de las jóvenes. Su rostro grácil pareciera agradecer a diario la entrega de quienes lograron su feliz llegada al mundo. Quizás por ser ella misma prueba fidedigna de cuánto se puede sembrar en el corazón de una personas en apenas fracciones de segundos.

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