En estos últimos días mis sentimientos se han estremecido.
Varias fueron las causas, todas de índole patriótica. A veces me pregunto si a todos los cubanos les pasa lo que a mí, que vibro ante las notas del Himno Nacional, ante la Bandera de la Estrella Solitaria, ante una canción de Silvio…
Este 6 de octubre fue el Día de las víctimas del terrorismo de Estado y el aniversario de la explosión de un avión civil de Cubana de Aviación cerca de Barbados, con 72 personas a bordo. Mi mente se remontó a a aquel día de 1976 y nuevamente escuché las palabras del Comandante en Jefe: “Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla”.
Ayer 7, un sueño de todos se hizo realidad, aunque a medias, René González, uno de los Cinco cubanos prisioneros injustamente en cárceles de Estados Unidos, cumplió su sentencia tras 13 años de encierro.
A la salida del Penal lo esperaban sus hijas Irma e Ivette, su hermano Roberto y Cándido su padre, pues a Olga Salanueva, su esposa e Irma Sehweret, su madre se les ha negado la visa para entrar al norteño país.
Pero la alegría no ha podido de ningún modo estar completa, pues ese héroe deberá permanecer durante tres años más en libertad supervisada, sin salir de la Florida.
Esa realidad duele, sobre todo porque recuerdo nítidamente las palabras de Olga cuando la entrevisté en el 2004 (las dos participamos en un Evento Iberoamericano Mujer y Comunicación en La Habana): “Fue inolvidable y terrible aquel 12 de septiembre, pensé al principio que no soportaría el dolor, pero la valentía de él me dio fuerzas. He soñado mucho con su libertad, ese será el día más feliz de nuestras vidas…”
Hoy 8, hace 44 años, le cegaron la vida al Che, a ese hombre inmenso que trascendió la historia y el tiempo para convertirse en el ejemplo imperecedero de la juventud cubana.
sábado, 8 de octubre de 2011
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