lunes, 17 de octubre de 2011

El prodigio de unas transformaciones

El rigor de los estudios trae a mi hija al “trote”, como decimos en buen cubano, y por lógica, a mí también, pues solo ahora nos percatamos de cuánto les falta a nuestros estudiantes para tener hábitos correctos de estudio, es decir, con sistematicidad e investigación.
Aunque no dejo de reconocer que llegaron como una espina incrustada en la garganta, así de golpe y porrazo, sobre todo para quienes están en grados terminales, las transformaciones en la educación cubana pueden catalogarse como prodigiosas en bien del futuro del país.
La falta de hábitos a que hacía alusión es uno de los resultados de la anterior metodología en la educación, que dividió los grupos a solo 20 alumnos, sustituyó los profesores por la teleclases, condensó a los profesores en todas las asignaturas y eliminó los exámenes finales,...
Ahora las cosas son muy distintas, el rigor es totalmente superior, y la calidad es el medidor por excelencia.
Por ello, aunque estamos vueltos locos en casa, apoyando a María Caridad en la confección de los trabajos prácticos y en la preparación para las pruebas de ingreso a la Educación Superior, bato palmas.
También los cambios nos hacen pensar con más detenimientos en las carreras a elegir y en el orden para solicitarlas.
Esta etapa trae a mi mente cuando cursaba el duodécimo grado, y me debatía en la decisión de optar por Periodismo o por Medicina, decidéndome por esta última, para a los tres años, hacer el cambio para la que hoy ejerzo.
Oajalá el esfuerzo tenga un final feliz, y el sueño de ver a mi adorada hija con su uniforme de Ciencias Médicas se convierta en una realidad.
Espero, dentro de unos seis años, que sea ella quien se ocupe de mi dentadura.

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