viernes, 18 de octubre de 2013
“Poner de moda la virtud”
En la tranquilidad de la noche sabatina irrumpen de modo agresivo las voces de cuatro jóvenes desentonando una canción sin pies ni cabeza. Son prácticamente adolescentes y ya desandan las calles al comenzar la madrugada, solos y embriagados.
Con la osadía propia de la juventud, sazonada por los tragos, lanzan una botella vacía sobre la pared de una casa y profieren improperios sin justificación a los residentes en ella, y a vecinos que tratamos de controlar la situación.
Esta es una de las indisciplinas sociales comunes en nuestros pueblos y ciudades, y a las cuales se suman agresiones a teléfonos públicos, ómnibus, coches de trenes, baños de terminales, parques, lámparas de alumbrado…
Hace poco tiempo escuché en una reunión subrayar que para el pueblo de Granma deviene decisión irrestricta ganarle la batalla a las ilegalidades, indisciplinas y a la corrupción, y un llamado a cortar el camino a las causas que facilitan la ilegalidad, el delito y la corrupción.
Tal afirmación trajo a mi mente dos frases de José Martí: “Hay que poner de moda la virtud”, “Donde el virtuoso se recata, el ambicioso vence”, porque institucionalmente todo está escrito, como se dice en el argot popular, pero qué de la ciudadanía, de cada uno de los granmenses, de esos que somos testigos de lo señalado y más, y les pasamos por el lado indiferentes, incapaces de “buscarnos un problema” al enfrentar lo mal hecho.
Las disímiles indisciplinas sociales no son las únicas dañinas para el normal desarrollo económico y la tranquilidad ciudadana, pues también suceden con más frecuencia de lo debido, las manifestaciones de corrupción.
Caen en ellas quienes hacen uso indebido de las facultades, servicios y bienes para la satisfacción del bien público o social, para obtener beneficios materiales o ventajas de cualquier clase y que tienen como base el engaño, el soborno, la deslealtad, el tráfico de influencias, el descontrol administrativo y la violación de los compromisos.
El enemigo alienta y apoya la corrupción para promover sus mentiras acerca de la incapacidad del Estado socialista, y eso no se afronta con palabras, sino con hechos.
Para nosotros, amén de cualquier otra definición al respecto, corrupción administrativa es la actuación contraria a las normas legales y a la ética por cuadros, dirigentes, funcionarios del Estado, el Gobierno y de otras organizaciones en el ejercicio de su cargo o en el desempeño de la función asignada, con pérdida de valores ético-morales, incompatibles con los principios de la sociedad cubana.
Toda manifestación de indisciplina, desorden, delito o corrupción debe ser combatida con energía y sin excusa. Cualquier debilidad es inaceptable; debe haber un apego irrestricto a la Ley.
Apostemos por la moral y la ética y luchemos sin tregua contra nuestros errores, debilidades y vicios, llevando por delante el ejemplo personal.
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