viernes, 30 de noviembre de 2012
El mérito de la retribución
Menuda, delicada y “frágil”, de voz suave y manos habilidosas para aliviar el dolor, así veo a esta joven bayamesa que 23 años atrás vino al mundo como una personita sumamente valiosa.
La hoy doctora en Estomatología Marta Garcés Rosales, graduada con Título de Oro en el año académico 2010-2011, fue noticia en la primera plana de este semanario el 21 de noviembre de 1989, a través de una carta de agradecimiento enviada por su padre, y publicada con el título “Sí Sergio, eso es socialismo”, que en algunos de sus párrafos dice:
“Se trata de reconocer un esfuerzo y de divulgar también un mérito científico, mi esposa, Marta Rosales Tamayo, llevó años tratando de llevar a feliz término un parto, parecía que su voluntad y la ciencia no bastaban.
“Después de seis meses de ingresada en la sala de Perinatología del hospital Carlos Manuel de Céspedes, logró en el día de ayer culminar un período en que la previsión científica y el cuidado esmerado de un grupo de profesionales y personal de servicio se conjugaron eficazmente.
“Quiero compañero director hacerme algunas preguntas que quizás a alguien pudieran servir: ¿puede un matrimonio de trabajadores costearse en cualquier otra sociedad la estancia especializada en una unidad de salud por seis meses?, ¿podrán nacer niños como la nuestra en otro país, en cualquier otro hospital, en los más sofisticados y elitistas?, cuando de por medio no está el dinero y el interés, sino la eficiencia de profesionales preparados para servir al pueblo, entregados a su profesión y que de recompensa solo esperan la utilidad del servicio prestado, imposible de medir con dinero.
“¿Habrá entonces quien pretenda negarle a la Revolución los esfuerzos que en el campo de la salud, solo para nombrar al que nos ocupa, hace por el pueblo?”
La misiva concluye plasmando los nombres de quienes como un familiar más, contribuyeron directamente y celebraron el advenimiento de la pequeña: doctor Norberto Guerra, doctora María Millán, enfermera jefa Mayda Aguilera; enfermeras Paula Medina, Juana Bandeur y Marta Viera; trabajadores auxiliares Virgen Hernández y Rafael Corrales.
Cumpliendo con su servicio social en la Clínica estomatológica del municipio de Buey Arriba, Martica, como cariñosamente la llaman, asegura que “esta es una forma de retribuir todo cuanto se invirtió en mí, pues soy hija de la Revolución, y solo en Cuba hubiera podido estudiar esta carrera”.
Allí la encontramos, desenvuelta y segura, como si siempre fuera parte de ese colectivo; confiada en su preparación; con la alegría de quien trabaja en lo que un día soñó y realmente ama.
Alegre y buena anfitriona conversa sobre su vida:
“Desde que tuve uso de razón supe de cómo fue mi nacimiento, pues mi papá me leía frecuentemente la carta publicada, y con el tiempo entendí.
“Estudié en el IPVC Silberto Álvarez Aroche y decidí optar por la carrera de Estomatología, porque siempre me gustó ayudar a las demás personas.
“Mi estancia en este montañoso municipio es acogedora, disfruto de la sencillez y bondad de las personas, que me hacen sentir cómoda, relajada y protegida, aunque no niego la necesidad de mis padres, pues los extraño y llamo por teléfono diariamente.
“Quisiera cuando vaya a ser madre tener el apoyo y la atención médica que mi progenitora recibió.
“La vida laboral es un poco difícil, estudiar es una cosa pero ya trabajar es otra, sin embargo he tenido la suerte de contar con compañeros muy profesionales, ha sido una magnífica experiencia.”
Su alto valor humano se evidencia en una anécdota que trae a colación:
“Hace poco encontré en el cuerpo de guardia a una muchachita de Nuevo Yao, de solo 14 años con todos los dientes anteriores cariados y con abscesos, la inflamación era tremenda, ella solo quería librarse de esa situación y aceptó la necesidad de extraerlos todos.
“Continué atendiéndola, le restauré toda la dentadura y ya está próxima la colocación de la prótesis estomatológica parcial; aunque no pertenece a mi área, pero me sentí obligada a ayudarla, al punto de costear su tratamiento, poder hace todo eso me emocionó mucho y ratificó el apego a la carrera elegida.”
Martica tiene la jovialidad de las jóvenes. Su rostro grácil pareciera agradecer a diario la entrega de quienes lograron su feliz llegada al mundo. Quizás por ser ella misma prueba fidedigna de cuánto se puede sembrar en el corazón de una personas en apenas fracciones de segundos.
lunes, 26 de noviembre de 2012
Gigante de corazón
Martes 23 de octubre- La joven de baja estatura y ágiles movimientos se desplaza de una a otra vivienda bajo una pertinaz llovizna que desde la noche anterior no cesa.
Se mantiene tensa, preocupada porque a cada momento empeoran las condiciones del tiempo y es inminente el impacto de “Sandy” con tierras del oriente cubano.
La doctora Yanelis Sánchez Roselló, médico de la familia de la comunidad del Aguacate, en el municipio de Río Cauto, está a punto de enfrentar el más intenso acontecimiento de su vida.
ANTE EL PELIGRO
Ante los peligros de fenómenos como el huracán Sandy, que amenazaba con serias consecuencias a los pobladores de Granma, cientos de hombres y mujeres pusieron en peligro su salud y hasta su vida para proteger al resto, ellos son, los que con heroicidad, casi siempre anónima, recorren las comunidades asegurando la evacuación oportuna de personas y recursos, brindando atención médica y los servicios imprescindibles ante tales contingencias.
La joven doctora es uno de ellos, con una destacada actitud en la evacuación de sus pacientes.
“Desde por la mañana se sabía que era preciso evacuar al personal, pero el transporte no llegaba, llamé en varias ocasiones para conocer el horario de recogida y siempre me decían: ’no se preocupe es seguro, pero usted debe salir de allí inmediatamente, recuerde sus problemas de salud, sobre todo el asma’.
“Pero nunca pasó por mi mente, no obstante estar ya con falta aire, irme y dejar atrás, solos, a mis pacientes, entre los cuales hay asmáticos crónicos, niños pequeños y ancianos hipertensos, por eso, decidí sin pérdida de tiempo irme a pie y sola para Las Ovas y luego a La Macota, distantes a cuatro kilómetros de donde me encontraba.
“Estaba preocupada, porque mi población allí es pequeña, de 12 viviendas, pero es un lugar de difícil acceso, todo el mundo decía ahí no se puede pasar, el agua nos da por encima de la rodilla, el camino está muy malo, yo, sencillamente, y sin pensarlo dos veces, me puse la capa y con dos palos como sostén, sorteando lagunas y canales, partí.
“Perdí la cuenta de las veces que me caí en el fango, de los sustos y hasta el temor, por qué negarlo, pero llegué al lugar, ya con la crisis de asma. Hablé con las personas, entendieron, prepararon los bolsos y los ayudé a salir. No fue fácil el retorno.”
DONDE USTEDES ESTEN, YO TAMBIEN
Al paso de los días lo sucedido cobra mayor nitidez para Yanelis, que de certificado médico en su casa del reparto La Unión, en Bayamo, lamenta no poder estar ahora entre sus pacientes.
La encontramos entre areosoles, antibióticos y “reposo”, pero pendiente a través del teléfono de la cotidianidad de la comunidad de Grito de Yara y los barrios aledaños, de donde ya se siente parte.
Mientras conversamos, ella, sumamente comunicativa, se ve forzada a detenerse por la tos y la respiración entrecortada.
Retoma el tema y asegura que la inquietud creció por momentos mientras caía la tarde.
“Aproximadamente a las 5:00 pm llegaron las carretas, acomodamos a los vecinos, y ya oscuro salimos por un camino bastante dañado que hizo la evacuación un tanto accidentada, se viraba hasta casi topar el suelo, lo que provocaba nos agolpeáramos constantemente.
“Pocos recursos podía emplear al no haber electricidad, las nuevas técnicas de Medicina Natural Tradicional (MNT) me facilitaron el trabajo, comprimiendo los puntos que podían ayudar a rebasar el asma en un niño de 10 meses de nacido, por eso no lo solté, lo mantuve pegado a mí.
“Yo me sentí cada vez peor, ya no podía respirar apenas, el asma me imposibilitaba estar de pie, y por señas le pidió ayuda a la enfermera, ella comienza a llorar pararon la carreta, me bajaron, y Sandro el rehabilitador me dio los primeros auxilios, eso me ayudó a recuperarme un poco, pues estaba con cianosis.
“Finalmente llegamos al centro de evacuación y allí la doctora Iraís rápidamente me puso oxígeno y me canalizó la vena para el suero, pero me negué, hasta comprobar que otras personas no lo necesitaban.
“La recuperación fue rápida, en menos de una hora estaba con el resto del equipo de salud atendiendo a la población, porque los conozco, sé el problema de cada cual. Esta es mi profesión, mi deber, nadie más indicado que yo para estar al frente del cuidado de mis pacientes.”
¡QUE VALOR¡
Para Carmen González , integrante del Buró provincial del Partido, esta joven doctora es sumamente valiente y cumplió dentro de su terruño, la más hermosa de las misiones, por salvar la vida de sus coterráneos, aún a costa de la propia.
“La vi llegar al centro de evacuación empapada, en muy mal estado de salud y con un niño en brazos. Apenas podía articular palabra, pero su preocupación era la atención a los más pequeños y los ancianos.
“Mientras, sus pacientes afirmaban, ella es lo mejor que hemos tenido, definiéndola como ‘una tacita de oro’.
“Me impactó verla negarse rotundamente a utilizar el suero hasta corroborar la existencia de otros, y prácticamente a minutos, ponerse en pie y sumarse al trabajo.
“Ya conocía de su encomiable labor en una zona prácticamente inaccesible y de viviendas muy dispersas, pues en solo dos meses ha logrado dispensarizar y conocer toda la comunidad.
“Es realmente una profesional de la salud con letras mayúsculas, como lo requiere la Revolución.”
El colega Rafael Traba, de la emisora provincial Radio Bayamo, presencial del hecho, al ser contactado para tener detalles de primera mano, dijo visiblemente emocionado:
“A esa muchacha lo que le falta en tamaño le sobra en bravura. Soy afortunado por estar presente desde que bajó de la carreta hasta su traslado al hospital Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo.
“En poco tiempo ha logrado el cariño, el respeto, la admiración y la confianza de los pobladores de la zona, porque allí lo manifestaron abiertamente, y eso es realmente meritorio.”
PRIMERO EL DEBER
Graduada en julio de 2012, Yanelis cumple su servicio social en el consultorio de El Aguacate, y atiende Las Ovas, Saladillo, La Macota y El Palmar, con una población de 587 pacientes.
“Soy asmática desde los seis meses de nacida, por eso he sido la más mimada de mi familia, de la cual nunca antes me había separado, pero el deber y la responsabilidad me alentaron al principio para adaptarme. Estoy rodeada de gente humilde, sincera, buena, y eso me forja como profesional y como ser humano.
“Al terminar el preuniversitario me llegó Ingeniería Química, pero por severos problemas de salud estuve dos años desvinculada totalmente del estudio, luego, mediante el Curso integral para jóvenes, obtuve la carrera de Medicina.
“Mi esposo Yunier Hernández me alentó mucho para ser médico, y es junto a mi madre una gran ayuda para mí, también lo son mis hijos, Alejandro y Norge, de nueve y 12 años, respectivamente.
“Estuve a punto de perder la vida, pero fue para mí una experiencia imborrable, crecí. Hoy veo el futuro diferente”.
Fotos: Palacios 2012/ salud/ entrevista Doctora Yanelis
0374- 0404
EDITADO
Gigante de corazón
Por María Valerino San Pedro
Fotos: Luis Carlos Palacios
Martes 23 de octubre- La joven, de baja estatura y ágiles movimientos, se desplaza de una a otra vivienda bajo una pertinaz llovizna, que desde la noche anterior no cesa.
Se mantiene tensa, sumamente preocupada, porque a cada momento empeoran las condiciones del tiempo y es inminente el impacto de “Sandy” con tierras del oriente cubano.
La doctora Yanelis Sánchez Roselló, médico de la familia de la comunidad de El Aguacate, en el municipio de Río Cauto, está a punto de enfrentar el más intenso acontecimiento de su vida.
ANTE EL PELIGRO
Ante los peligros de fenómenos como el huracán Sandy, que amenazaba con serias consecuencias a los pobladores de Granma, cientos de hombres y mujeres pusieron en peligro su salud, y hasta su vida, para proteger al resto; ellos son los que con heroicidad, casi siempre anónima, recorren las comunidades asegurando la evacuación oportuna de personas y recursos, brindando atención médica y los servicios imprescindibles ante tales contingencias.
La joven doctora es uno de ellos, con una destacada actitud en la evacuación de sus pacientes.
“Desde por la mañana se sabía que era preciso evacuar al personal, pero el transporte no llegaba, llamé en varias ocasiones para conocer el horario de recogida y siempre me decían: ’no se preocupe, es seguro, pero usted debe salir de allí inmediatamente; recuerde sus problemas de salud, sobre todo el asma’.
“Pero nunca pasó por mi mente, no obstante estar ya con falta aire, irme y dejar atrás, solos, a mis pacientes, entre los cuales hay asmáticos crónicos, niños pequeños y ancianos hipertensos, por eso, decidí, sin pérdida de tiempo, irme a pie y sola para Las Ovas y luego a La Macota, distantes cuatro kilómetros de donde me encontraba.
“Estaba preocupada, porque mi población allí es pequeña, de 12 viviendas, pero es un lugar de difícil acceso. Todo el mundo decía que ahí no se podía pasar, porque el agua nos daba por encima de la rodilla, el camino está muy malo. Sin pensarlo dos veces, me puse la capa y con dos palos como sostén, sorteando lagunas y canales, partí.
“Perdí la cuenta de las veces que me caí en el fango, de los sustos y hasta el temor, ¿por qué negarlo?, pero llegué al lugar, ya con la crisis de asma. Hablé con las personas, entendieron, prepararon los bolsos y los ayudé a salir. No fue fácil el retorno.”
DONDE USTEDES ESTEN, YO TAMBIEN
Al paso de los días, Yanelis, de certificado médico, en su casa, en el reparto La Unión, en Bayamo, lamenta no poder estar ahora entre sus pacientes.
La encontramos entre areosoles, antibióticos y “reposo”, pero pendiente, mediante el teléfono, de la cotidianidad de la comunidad de Grito de Yara y los barrios aledaños, de donde ya se siente parte.
Mientras conversamos, se ve forzada a detenerse por la tos y la respiración entrecortada.
Retoma el tema y asegura que la inquietud creció por momentos mientras caía la tarde.
“Aproximadamente a las 5:00 pm llegaron las carretas, acomodamos a los vecinos, y ya oscuro salimos por un camino bastante dañado, que hizo la evacuación un tanto accidentada, se viraba hasta casi topar el suelo, lo que provocaba que nos agolpeáramos constantemente.
“Pocos recursos podía emplear, al no haber electricidad. Las técnicas de Medicina Natural Tradicional (MNT) me facilitaron el trabajo, comprimiendo los puntos que podían ayudar a rebasar el asma en un niño de 10 meses de nacido, por eso no lo solté, lo mantuve pegado a mí.
“Yo me sentí cada vez peor, ya no podía respirar apenas, el asma me imposibilitaba estar de pie, y por señas le pedí ayuda a la enfermera, ella comenzó a llorar; pararon la carreta, me bajaron, y Sandro, el rehabilitador, me dio los primeros auxilios; eso me ayudó a recuperarme un poco, pues estaba con cianosis.
Al llegar al centro de evacuación, la doctora Iraís le suministró oxigeno y le canalizó la vena para el suero, pero Yanelis se negó a recibirlo: “otras personas lo necesitan más”.
“La recuperación fue rápida, en menos de una hora estaba con el resto del equipo de salud atendiendo a la población, porque los conozco, sé el problema de cada cual. Esta es mi profesión, mi deber, nadie más indicado que yo para estar al frente del cuidado de mis pacientes“, narra.”
¡QUE VALOR¡
Para Carmen González Álvarez, integrante del Buró provincial del Partido, esta joven doctora es paradigma de valentía, y cumplió, dentro de su terruño, la más hermosa de las misiones, por salvar la vida de sus coterráneos, aún a costa de la propia.
“La vi llegar al centro de evacuación empapada, en muy mal estado de salud y con un niño en brazos. Apenas podía articular palabra, pero su preocupación era la atención a los más pequeños y a los ancianos.
“Mientras, sus pacientes afirmaban que ella es lo mejor que han tenido, y la definieron como ‘una tacita de oro’.
“Me impactó verla negarse rotundamente a utilizar el suero hasta corroborar la existencia de otros, y prácticamente a minutos, ponerse en pie y sumarse al trabajo.
“Ya conocía de su encomiable labor en una zona prácticamente inaccesible y de viviendas muy dispersas, pues en solo dos meses ha logrado dispensarizar y conocer toda la comunidad.
“Es realmente una profesional de la salud con letras mayúsculas, como lo requiere la Revolución.”
El colega Rafael Traba, de la emisora provincial Radio Bayamo, quien presenció al suceso, al ser contactado para tener detalles de primera mano, dijo, visiblemente emocionado:
“A esa muchacha lo que le falta en tamaño le sobra en bravura. Soy afortunado por estar presente desde que bajó de la carreta hasta su traslado al hospital Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo.
“En poco tiempo ha logrado el cariño, el respeto, la admiración y la confianza de los pobladores de la zona, porque allí lo manifestaron abiertamente, y eso es realmente meritorio.”
PRIMERO EL DEBER
Graduada en julio de 2012, Yanelis cumple su servicio social en el consultorio de El Aguacate, y atiende Las Ovas, Saladillo, La Macota y El Palmar, con una población de 587 pacientes.
“Soy asmática desde los seis meses de nacida, por eso he sido la más mimada de mi familia, de la cual nunca antes me había separado, pero el deber y la responsabilidad me alentaron para adaptarme. Estoy rodeada de gente humilde, sincera, buena, y eso me forja como profesional y como ser humano.
“Al terminar el preuniversitario me llegó Ingeniería Química, pero por severos problemas de salud estuve dos años desvinculada totalmente del estudio, luego, mediante el Curso integral para jóvenes, obtuve la carrera de Medicina.
“Mi esposo, Yunier Hernández, me animó mucho para ser médico, y es, junto a mi madre, una gran ayuda para mí; también lo son mis hijos, Alejandro y Norge, de nueve y 12 años, respectivamente.
“Fue una experiencia imborrable, crecí. Hoy veo la vida diferente”.
Gigante de corazón
Martes 23 de octubre- La joven de baja estatura y ágiles movimientos se desplaza de una a otra vivienda bajo una pertinaz llovizna que desde la noche anterior no cesa.
Se mantiene tensa, preocupada porque a cada momento empeoran las condiciones del tiempo y es inminente el impacto de “Sandy” con tierras del oriente cubano.
La doctora Yanelis Sánchez Roselló, médico de la familia de la comunidad del Aguacate, en el municipio de Río Cauto, está a punto de enfrentar el más intenso acontecimiento de su vida.
ANTE EL PELIGRO
Ante los peligros de fenómenos como el huracán Sandy, que amenazaba con serias consecuencias a los pobladores de Granma, cientos de hombres y mujeres pusieron en peligro su salud y hasta su vida para proteger al resto, ellos son, los que con heroicidad, casi siempre anónima, recorren las comunidades asegurando la evacuación oportuna de personas y recursos, brindando atención médica y los servicios imprescindibles ante tales contingencias.
La joven doctora es uno de ellos, con una destacada actitud en la evacuación de sus pacientes.
“Desde por la mañana se sabía que era preciso evacuar al personal, pero el transporte no llegaba, llamé en varias ocasiones para conocer el horario de recogida y siempre me decían: ’no se preocupe es seguro, pero usted debe salir de allí inmediatamente, recuerde sus problemas de salud, sobre todo el asma’.
“Pero nunca pasó por mi mente, no obstante estar ya con falta aire, irme y dejar atrás, solos, a mis pacientes, entre los cuales hay asmáticos crónicos, niños pequeños y ancianos hipertensos, por eso, decidí sin pérdida de tiempo irme a pie y sola para Las Ovas y luego a La Macota, distantes a cuatro kilómetros de donde me encontraba.
“Estaba preocupada, porque mi población allí es pequeña, de 12 viviendas, pero es un lugar de difícil acceso, todo el mundo decía ahí no se puede pasar, el agua nos da por encima de la rodilla, el camino está muy malo, yo, sencillamente, y sin pensarlo dos veces, me puse la capa y con dos palos como sostén, sorteando lagunas y canales, partí.
“Perdí la cuenta de las veces que me caí en el fango, de los sustos y hasta el temor, por qué negarlo, pero llegué al lugar, ya con la crisis de asma. Hablé con las personas, entendieron, prepararon los bolsos y los ayudé a salir. No fue fácil el retorno.”
DONDE USTEDES ESTEN, YO TAMBIEN
Al paso de los días lo sucedido cobra mayor nitidez para Yanelis, que de certificado médico en su casa del reparto La Unión, en Bayamo, lamenta no poder estar ahora entre sus pacientes.
La encontramos entre areosoles, antibióticos y “reposo”, pero pendiente a través del teléfono de la cotidianidad de la comunidad de Grito de Yara y los barrios aledaños, de donde ya se siente parte.
Mientras conversamos, ella, sumamente comunicativa, se ve forzada a detenerse por la tos y la respiración entrecortada.
Retoma el tema y asegura que la inquietud creció por momentos mientras caía la tarde.
“Aproximadamente a las 5:00 pm llegaron las carretas, acomodamos a los vecinos, y ya oscuro salimos por un camino bastante dañado que hizo la evacuación un tanto accidentada, se viraba hasta casi topar el suelo, lo que provocaba nos agolpeáramos constantemente.
“Pocos recursos podía emplear al no haber electricidad, las nuevas técnicas de Medicina Natural Tradicional (MNT) me facilitaron el trabajo, comprimiendo los puntos que podían ayudar a rebasar el asma en un niño de 10 meses de nacido, por eso no lo solté, lo mantuve pegado a mí.
“Yo me sentí cada vez peor, ya no podía respirar apenas, el asma me imposibilitaba estar de pie, y por señas le pidió ayuda a la enfermera, ella comienza a llorar pararon la carreta, me bajaron, y Sandro el rehabilitador me dio los primeros auxilios, eso me ayudó a recuperarme un poco, pues estaba con cianosis.
“Finalmente llegamos al centro de evacuación y allí la doctora Iraís rápidamente me puso oxígeno y me canalizó la vena para el suero, pero me negué, hasta comprobar que otras personas no lo necesitaban.
“La recuperación fue rápida, en menos de una hora estaba con el resto del equipo de salud atendiendo a la población, porque los conozco, sé el problema de cada cual. Esta es mi profesión, mi deber, nadie más indicado que yo para estar al frente del cuidado de mis pacientes.”
¡QUE VALOR¡
Para Carmen González , integrante del Buró provincial del Partido, esta joven doctora es sumamente valiente y cumplió dentro de su terruño, la más hermosa de las misiones, por salvar la vida de sus coterráneos, aún a costa de la propia.
“La vi llegar al centro de evacuación empapada, en muy mal estado de salud y con un niño en brazos. Apenas podía articular palabra, pero su preocupación era la atención a los más pequeños y los ancianos.
“Mientras, sus pacientes afirmaban, ella es lo mejor que hemos tenido, definiéndola como ‘una tacita de oro’.
“Me impactó verla negarse rotundamente a utilizar el suero hasta corroborar la existencia de otros, y prácticamente a minutos, ponerse en pie y sumarse al trabajo.
“Ya conocía de su encomiable labor en una zona prácticamente inaccesible y de viviendas muy dispersas, pues en solo dos meses ha logrado dispensarizar y conocer toda la comunidad.
“Es realmente una profesional de la salud con letras mayúsculas, como lo requiere la Revolución.”
El colega Rafael Traba, de la emisora provincial Radio Bayamo, presencial del hecho, al ser contactado para tener detalles de primera mano, dijo visiblemente emocionado:
“A esa muchacha lo que le falta en tamaño le sobra en bravura. Soy afortunado por estar presente desde que bajó de la carreta hasta su traslado al hospital Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo.
“En poco tiempo ha logrado el cariño, el respeto, la admiración y la confianza de los pobladores de la zona, porque allí lo manifestaron abiertamente, y eso es realmente meritorio.”
PRIMERO EL DEBER
Graduada en julio de 2012, Yanelis cumple su servicio social en el consultorio de El Aguacate, y atiende Las Ovas, Saladillo, La Macota y El Palmar, con una población de 587 pacientes.
“Soy asmática desde los seis meses de nacida, por eso he sido la más mimada de mi familia, de la cual nunca antes me había separado, pero el deber y la responsabilidad me alentaron al principio para adaptarme. Estoy rodeada de gente humilde, sincera, buena, y eso me forja como profesional y como ser humano.
“Al terminar el preuniversitario me llegó Ingeniería Química, pero por severos problemas de salud estuve dos años desvinculada totalmente del estudio, luego, mediante el Curso integral para jóvenes, obtuve la carrera de Medicina.
“Mi esposo Yunier Hernández me alentó mucho para ser médico, y es junto a mi madre una gran ayuda para mí, también lo son mis hijos, Alejandro y Norge, de nueve y 12 años, respectivamente.
“Estuve a punto de perder la vida, pero fue para mí una experiencia imborrable, crecí. Hoy veo el futuro diferente”.
Fotos: Palacios 2012/ salud/ entrevista Doctora Yanelis
0374- 0404
EDITADO
Gigante de corazón
Por María Valerino San Pedro
Fotos: Luis Carlos Palacios
Martes 23 de octubre- La joven, de baja estatura y ágiles movimientos, se desplaza de una a otra vivienda bajo una pertinaz llovizna, que desde la noche anterior no cesa.
Se mantiene tensa, sumamente preocupada, porque a cada momento empeoran las condiciones del tiempo y es inminente el impacto de “Sandy” con tierras del oriente cubano.
La doctora Yanelis Sánchez Roselló, médico de la familia de la comunidad de El Aguacate, en el municipio de Río Cauto, está a punto de enfrentar el más intenso acontecimiento de su vida.
ANTE EL PELIGRO
Ante los peligros de fenómenos como el huracán Sandy, que amenazaba con serias consecuencias a los pobladores de Granma, cientos de hombres y mujeres pusieron en peligro su salud, y hasta su vida, para proteger al resto; ellos son los que con heroicidad, casi siempre anónima, recorren las comunidades asegurando la evacuación oportuna de personas y recursos, brindando atención médica y los servicios imprescindibles ante tales contingencias.
La joven doctora es uno de ellos, con una destacada actitud en la evacuación de sus pacientes.
“Desde por la mañana se sabía que era preciso evacuar al personal, pero el transporte no llegaba, llamé en varias ocasiones para conocer el horario de recogida y siempre me decían: ’no se preocupe, es seguro, pero usted debe salir de allí inmediatamente; recuerde sus problemas de salud, sobre todo el asma’.
“Pero nunca pasó por mi mente, no obstante estar ya con falta aire, irme y dejar atrás, solos, a mis pacientes, entre los cuales hay asmáticos crónicos, niños pequeños y ancianos hipertensos, por eso, decidí, sin pérdida de tiempo, irme a pie y sola para Las Ovas y luego a La Macota, distantes cuatro kilómetros de donde me encontraba.
“Estaba preocupada, porque mi población allí es pequeña, de 12 viviendas, pero es un lugar de difícil acceso. Todo el mundo decía que ahí no se podía pasar, porque el agua nos daba por encima de la rodilla, el camino está muy malo. Sin pensarlo dos veces, me puse la capa y con dos palos como sostén, sorteando lagunas y canales, partí.
“Perdí la cuenta de las veces que me caí en el fango, de los sustos y hasta el temor, ¿por qué negarlo?, pero llegué al lugar, ya con la crisis de asma. Hablé con las personas, entendieron, prepararon los bolsos y los ayudé a salir. No fue fácil el retorno.”
DONDE USTEDES ESTEN, YO TAMBIEN
Al paso de los días, Yanelis, de certificado médico, en su casa, en el reparto La Unión, en Bayamo, lamenta no poder estar ahora entre sus pacientes.
La encontramos entre areosoles, antibióticos y “reposo”, pero pendiente, mediante el teléfono, de la cotidianidad de la comunidad de Grito de Yara y los barrios aledaños, de donde ya se siente parte.
Mientras conversamos, se ve forzada a detenerse por la tos y la respiración entrecortada.
Retoma el tema y asegura que la inquietud creció por momentos mientras caía la tarde.
“Aproximadamente a las 5:00 pm llegaron las carretas, acomodamos a los vecinos, y ya oscuro salimos por un camino bastante dañado, que hizo la evacuación un tanto accidentada, se viraba hasta casi topar el suelo, lo que provocaba que nos agolpeáramos constantemente.
“Pocos recursos podía emplear, al no haber electricidad. Las técnicas de Medicina Natural Tradicional (MNT) me facilitaron el trabajo, comprimiendo los puntos que podían ayudar a rebasar el asma en un niño de 10 meses de nacido, por eso no lo solté, lo mantuve pegado a mí.
“Yo me sentí cada vez peor, ya no podía respirar apenas, el asma me imposibilitaba estar de pie, y por señas le pedí ayuda a la enfermera, ella comenzó a llorar; pararon la carreta, me bajaron, y Sandro, el rehabilitador, me dio los primeros auxilios; eso me ayudó a recuperarme un poco, pues estaba con cianosis.
Al llegar al centro de evacuación, la doctora Iraís le suministró oxigeno y le canalizó la vena para el suero, pero Yanelis se negó a recibirlo: “otras personas lo necesitan más”.
“La recuperación fue rápida, en menos de una hora estaba con el resto del equipo de salud atendiendo a la población, porque los conozco, sé el problema de cada cual. Esta es mi profesión, mi deber, nadie más indicado que yo para estar al frente del cuidado de mis pacientes“, narra.”
¡QUE VALOR¡
Para Carmen González Álvarez, integrante del Buró provincial del Partido, esta joven doctora es paradigma de valentía, y cumplió, dentro de su terruño, la más hermosa de las misiones, por salvar la vida de sus coterráneos, aún a costa de la propia.
“La vi llegar al centro de evacuación empapada, en muy mal estado de salud y con un niño en brazos. Apenas podía articular palabra, pero su preocupación era la atención a los más pequeños y a los ancianos.
“Mientras, sus pacientes afirmaban que ella es lo mejor que han tenido, y la definieron como ‘una tacita de oro’.
“Me impactó verla negarse rotundamente a utilizar el suero hasta corroborar la existencia de otros, y prácticamente a minutos, ponerse en pie y sumarse al trabajo.
“Ya conocía de su encomiable labor en una zona prácticamente inaccesible y de viviendas muy dispersas, pues en solo dos meses ha logrado dispensarizar y conocer toda la comunidad.
“Es realmente una profesional de la salud con letras mayúsculas, como lo requiere la Revolución.”
El colega Rafael Traba, de la emisora provincial Radio Bayamo, quien presenció al suceso, al ser contactado para tener detalles de primera mano, dijo, visiblemente emocionado:
“A esa muchacha lo que le falta en tamaño le sobra en bravura. Soy afortunado por estar presente desde que bajó de la carreta hasta su traslado al hospital Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo.
“En poco tiempo ha logrado el cariño, el respeto, la admiración y la confianza de los pobladores de la zona, porque allí lo manifestaron abiertamente, y eso es realmente meritorio.”
PRIMERO EL DEBER
Graduada en julio de 2012, Yanelis cumple su servicio social en el consultorio de El Aguacate, y atiende Las Ovas, Saladillo, La Macota y El Palmar, con una población de 587 pacientes.
“Soy asmática desde los seis meses de nacida, por eso he sido la más mimada de mi familia, de la cual nunca antes me había separado, pero el deber y la responsabilidad me alentaron para adaptarme. Estoy rodeada de gente humilde, sincera, buena, y eso me forja como profesional y como ser humano.
“Al terminar el preuniversitario me llegó Ingeniería Química, pero por severos problemas de salud estuve dos años desvinculada totalmente del estudio, luego, mediante el Curso integral para jóvenes, obtuve la carrera de Medicina.
“Mi esposo, Yunier Hernández, me animó mucho para ser médico, y es, junto a mi madre, una gran ayuda para mí; también lo son mis hijos, Alejandro y Norge, de nueve y 12 años, respectivamente.
“Fue una experiencia imborrable, crecí. Hoy veo la vida diferente”.
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