lunes, 17 de septiembre de 2012
Romárico Arjona Aguilera:Médico de todos los días
La legendaria figura del doctor Arjona está ante mí. Su rostro refleja una gran bondad e inspira confianza.
Verlo así, tan de cerca me emociona, no solo porque hace más de 50 años fue mi pediatra, sino porque su exitosa carrera y esa singular manera que tiene de amar su profesión lo ha hecho trascender las fronteras de Manzanillo.
Su nombre completo es Romárico Arjona Aguilera, especialista de primer grado en Pediatría, y quizás el único médico del país que con 84 años se mantiene totalmente en activo, sin haber pensado aún en la jubilación.
Su voz está más bien apagada, sin la fuerza de años atrás, y su andar es lento, pero la capacidad intelectual permanece intacta, al igual que los deseos de ser útil y de vivir a plenitud.
Sería imperdonable no resaltar la trayectoria profesional y humana de este hombre alto y de pelo escaso y canoso, cuando su amado hospital pediátrico Hermanos Cordové, de Manzanillo, arribó el 10 de octubre último a los cien años de creado.
Arjona es hablador por excelencia, gusta de socializar y se da a querer, como afirman sus compañeros de trabajo con infinito respeto.
¿Por qué eligió la Pediatría?
La respuesta está precedida de una sonrisa esclarecedora.
-No mi hija, en mi época de estudiante no había especialidades, nos graduábamos en Medicina y nos adiestrábamos en la parte que más nos gustara o pudiéramos. Yo por ejemplo, culminé la carrera en 1954 y me quedé en La Habana un tiempito adiestrándome en el manejo y atención de los niños, vivía enamorado de ese segmento poblacional; soñaba con curarlos, y decidí entonces dedicarme a esa rama.
¿Cómo logra entonces venir para Manzanillo nombrado como Pediatra?
-!Ay muchacha!, esa es una historia larga, en aquel entonces los trabajos estaban en manos de los políticos y yo me enteré que iban a hacer en Manzanillo un dispensario infantil, lo cual estaba en manos de la señora Martha Fernández Miranda de Batista, inicié entonces las gestiones para regresar y ocupar una de las plazas.
“Ahora lo recuerdo y me río, pues donque quiera que ella iba, yo trataba de pasar, con una nota redactada en un recetario con mis generales, solicitándole la plaza, hasta que un día logré llegar a ella. Tuvo la delicadeza de leer mi papelito y movió afirmativamente la cabeza, aquello me estremeció por dentro.
“La respuesta fue positiva y regresé a mi ciudad querida como el primer trabajador nombrado en la ONDI ( Organización Nacional de Dispensarios Infantiles).”
¿Cómo llega al entonces hospital Caymari?
Bueno, el Dispensario tenía solo seis camas para niños chiquiticos, entonces me presenté para colaborar de forma gratuita en la única sala infantil del hospital, dirigida por el doctor Ulises Estrada Oro y en la cual había 16 capacidades para ingreso.
“Yo era prácticamente un mosalbete, pero con mucha responsabilidad y convencido de que ese era mi camino para toda la vida. Así, alternando en esas dos instituciones transcurrió un buen tiempo en el que me formé no solo como profesional, sino como hombre, como ser humano.
“El doctor Ulises era un comunista de armas tomar y se vio precisado a irse de la institución para evitar los riesgos, quedo entonces al frente de la sala hasta el triunfo de la Revolución en 1959.
¿De qué modo influye en su vida la Revolución triunfante?
-De muchas maneras, como cualquier otro cubano gané en dignidad, en libertad, en respeto, en consideración, siento que el futuro es totalmente cierto. Como profesional, me quedo ya oficialmente en la institución de salud que le llamaron entonces Hermanos Cordové y pasa a ser materno infantil para luego quedar definitivamente como pediátrico.
¿Tiene hijos?
-Sí, tres, Ista, Romárico y José, son médicos, la mayor cardióloga, el segundo es fisiatra y el tercero es coproctólogo, todos viven en La Habana. A ellos se suman en mi descendencia seis nietos y un bisnieto. Una nieta ya está terminando la carrera de Medicina.
“Mi familia es linda y la adoro, me apoyan y me comprenden, ellos son mi orgullo.”
Usted hace 57 años trabaja en el centenario hospital Hermanos Cordové ¿cómo lo ve actualmente?
-Hermoso. Ha cambiado mucho, ha crecido y mejorado estructuralmente. Recuerdo por ejemplo los pasillos con sus techos de tejas, las pocas salas, la señora que recogía la ropa y se la llevaba a lavar a su casa, la cocina pequeñita, en fin....
“Hoy todo es diferente, pero su colectivo, su gente sigue siendo magnífica, laboriosa, muy humana, y ese es lo que vale realmente.He hecho aquí todo lo que se puede hacer en Pediatría.”
Sus compañeros aseguran que usted viene aquí todos los días, ¿es cierto?
-Sí, vengo de domingo a domingo, los días festivos, feriados, los fines y principios de año, los primero de mayo..., porque los enfermos y las enfermedades no tienen día. Es muy importante que uno esté enamorado de su trabajo.
“Las dos satisfacciones más grandes de mi vida son dar alta a un paciente y el saludo en la calle de uno de esos niños que uno ha atendido, eso me llena de una alegría indescriptible, si es varón le doy la mano, o le beso la frente si es niña.
¿Qué es para usted esta institución?
Arjona calla. Teme quizás que la voz tiemble por el llanto contenido. Dos lágrimas corren por sus mejillas, y dice:
“Comprenda, lo es todo, la vida entera. Aquí estaré mientras tenga lucidez, salud y fuerzas.”
miércoles, 5 de septiembre de 2012
CENTRO PARA DEAMBULANTES: Refugio de esperanza
El hombre de unos 70 años fija en la pareja una mirada triste y vacía, y continúa caminando sin rumbo, sin un lugar a donde regresar.
Su mente teje, como sueños, los momentos en que quizás él paseó tomado de la mano con la mujer amada. Los pasos solo lo hacen avanzar hacia un punto indeterminado, mientras retumban en sus oídos las chanzas del grupo de muchachos que juega a la pelota debajo de Los Elevados, en Bayamo, provincia de Granma.
Rechazados en ocasiones y olvidados en algunos casos por su familia, así se identifica al deambulante, persona que pese a cualquier trastorno o actitud, requiere respeto y comprensión y a quien debemos tratar como ser humano.
Ellos son miembros de la sociedad que no comparten con los demás sus normas, modelos ni símbolos establecidos y andan por las calles a la deriva; sin duda, necesitan de la rehabilitación psicosocial.
Este es un problema de salud, pero en Cuba se convierte en una cuestión social y aunque estadísticamente no resultan significativos, para una sociedad como la nuestra, que se precia de sus altos valores humanos, resulta insoslayable garantizar el nivel de atención adecuada.
En el lenguaje popular se identifican como deambulantes no solo a personas que recorren las calles sin rumbo fijo, sino también a mendigos, vagabundos y alcohólicos, sin tener en cuenta que estos sustantivos denominan a otros segmentos de la población.
Su origen es multicausal, depende de muchos factores que entrelazados desencadenan este tipo de reacción o respuesta. Entre ellos se distinguen incapacidad mental y física, la edad avanzada, la viudez, ausencia de hijos, dependencia del alcohol y trastornos psiquiátricos.
El estado ayuda y promueve un tratamiento exitoso con el desarrollo de un plan individualizado en la atención y cuidado de las personas necesitadas, que les permite satisfacer sus necesidades básicas y médicas.
PARAISO ENCONTRADO
Son la paz y la frescura los sellos distintivos de una instalación que rodeada de árboles y con amplios patios, deviene sitio por excelencia de ternura y amor en la localidad de Mabay, municipio de Bayamo.
Allí, 18 hombres que caminaban sin punto fijo por las calles del municipio de Bayamo, integran la gran familia del Centro de Deambulantes, atendidos con esmero por 22 trabajadores, enfermeras, celadores, custodios, auxiliares de limpieza y de cocina, cocineras, una asistente, la administradora y la rehabilitadora social y ocupacional.
La creación hace tres años de este Centro no solo motivó la aceptación popular, sino que resultó la esperada solución a un problema con alta incidencia social.
Iliana Escalona Echavarría, administradora desde entonces, exterioriza hoy su satisfacción por ser parte de ese colectivo y explica que cuentan con todos los recursos y abastecimientos necesarios para la atención a los pacientes, que incluye además de la alimentación requerida, el baño a quien lo precise, el afeitado diario, el chequeo de la salud periódicamente y un alto nivel de comprensión.
Espaciosa y ventilada, la confortable institución muestra al visitantes y a sus moradores mucha higiene y orden, áreas de medicina verde, lavandería, televisor, refrigerador y amplias habitaciones.
Enelvis Aguilera Ferrales, licenciada en Rehabilitación social y ocupacional, tiene a su cargo la realización de la actividad socialmente útil y la terapia ocupacional.
“Disfruto cuanto hago –afirma- uno llega a encariñarse con los pacientes y a verlos como si fueran verdaderamente nuestra familia allegada.
“Me toca evaluar cotidianamente la habilidad de cada uno de ellos en el desempeño, es decir, a través de la terapia ocupacional, y llevarlos al parque, a pasear por la comunidad y a museos, o convenir accioners culturales y de extensión de la biblioteca.
“La terapia ocupacional incluye tareas laborales, de autoservicio, utilización del tiempo libre, actividades recreativas, deportivas, culturales y dinámicas con familiares.”
Al interesarnos por el mecanismo utilizado para el ingreso de los pacientes, explica que se hace a través del área de salud.
“Hasta hace poco tiempo era de otra manera, es decir, se les recogía en la calle y los traían para acá, pero ahora los trabajadores sociales del equipo de salud mental de cada área posee el control de las personas deambulantes, y en la medida de lo posible trabaja con ellos, y si no hay otra solución, los ingresa aquí, para su rehabilitación por un tiempo determinado y luego son reinsertados a la sociedad y al seno de la familia si la tienen, si no se le tramita su posible ingreso al Hogar de ancianos, si es adulto mayor.
“Es sumamente difícil, llegan sin hábitos de conducta, algunos en una tenaz lucha contra el alcoholismo, y después no quieren irse de alta, pues algunos retoman su actuar y es preciso traerlos nuevamente.
“En algunos casos la familia no se siente capacitada para asumir el cuidado de ellos, aunque sea su total responsabilidad, en eso también se trabaja, para convencerlos, prepararlos …, en fin ocupar el lugar que les toca.”
En el largo proceso de rehabilitación e incorporación a la sociedad interviene un equipo multifactorial. La dinámica funcional está basada en actividades vinculadas con la mejoría de la calidad de vida de los deambulantes y a su adaptación a las normas sociales.
EN BUSCA DEL CAMINO
El doctor Ariel del Valle, al frente del Equipo provincial de Salud Mental valora de forma positiva la labor desplegada durante estos tres años por el referido Centro, y resalta igualmente el desempeño del colectivo del situado en Manzanillo para iguales fines.
Expone que aunque solo existen esos dos en la provincia, lógicamente insuficientes, se aprecia una disminución de los casos de deambulantes en las calles, como resultado de un trabajo encaminado a tales efectos.
Félix Quesada y Manuel Bazán, pacientes del Centro de Mabay, coinciden con la aseveración de Ariel.
Félix, por ejemplo, cataloga de muy buena la atención, la alimentación, la higiene…, y hace público su agradecimiento por esta labor tan humana y sensible.
“En mi caso –dice-, que no estoy enfermo, solo que perdí todo, la vivienda y mis cosas por azahares de la vida. Es sumamente duro estar en la calle, sin tener dónde ir. Aquí encontré una familia y todo cuanto me hace falta gratuitamente, eso solo es posible por la grandeza de la Revolución.”
Manuel Bazán ya estuvo anteriormente siete meses y lleva ahora 30 días, es de Pompita. “Aquí me tienen en perfectas condiciones, lo mejor, recibo todo lo que necesito. Mi problema es con la bebida, cuando me da por darme los tragos me desaparezco de la casa, pues a mí no hay quien me pelee. Espero en esta ocasión resolver definitivamente.”
Tuto es un hombre fornido, con un rostro noble y bonachón, propio de quienes tienen retraso mental, vive aquí desde hace tres años, pues de él se desconoce todo, hasta el nombre, por eso el chiqueo que cariñosamente le han puesto. No fue preciso que hablara palabra alguna, su expresió facial y su mirada exteriorizaron el sentimiento de gratitud.
Ël y sus restantes compañeros nos dijeron adiós y en el movimiento de sus manos y la sonrisa a flor de labios se dibujó el mensaje: esta es la mejor manera para buscar y encontrar el camino.
CENTRO PARA DEAMBULANTES:Refugio de esperanza
El hombre de unos 70 años fija en la pareja una mirada triste y vacía, y continúa caminando sin rumbo, sin un lugar a donde regresar.
Su mente teje, como sueños, los momentos en que quizás él paseó tomado de la mano con la mujer amada. Los pasos solo lo hacen avanzar hacia un punto indeterminado, mientras retumban en sus oídos las chanzas del grupo de muchachos que juega a la pelota debajo de Los Elevados, en Bayamo, provincia de Granma.
Rechazados en ocasiones y olvidados en algunos casos por su familia, así se identifica al deambulante, persona que pese a cualquier trastorno o actitud, requiere respeto y comprensión y a quien debemos tratar como ser humano.
Ellos son miembros de la sociedad que no comparten con los demás sus normas, modelos ni símbolos establecidos y andan por las calles a la deriva; sin duda, necesitan de la rehabilitación psicosocial.
Este es un problema de salud, pero en Cuba se convierte en una cuestión social y aunque estadísticamente no resultan significativos, para una sociedad como la nuestra, que se precia de sus altos valores humanos, resulta insoslayable garantizar el nivel de atención adecuada.
En el lenguaje popular se identifican como deambulantes no solo a personas que recorren las calles sin rumbo fijo, sino también a mendigos, vagabundos y alcohólicos, sin tener en cuenta que estos sustantivos denominan a otros segmentos de la población.
Su origen es multicausal, depende de muchos factores que entrelazados desencadenan este tipo de reacción o respuesta. Entre ellos se distinguen incapacidad mental y física, la edad avanzada, la viudez, ausencia de hijos, dependencia del alcohol y trastornos psiquiátricos.
El estado ayuda y promueve un tratamiento exitoso con el desarrollo de un plan individualizado en la atención y cuidado de las personas necesitadas, que les permite satisfacer sus necesidades básicas y médicas.
PARAISO ENCONTRADO
Son la paz y la frescura los sellos distintivos de una instalación que rodeada de árboles y con amplios patios, deviene sitio por excelencia de ternura y amor en la localidad de Mabay, municipio de Bayamo.
Allí, 18 hombres que caminaban sin punto fijo por las calles del municipio de Bayamo, integran la gran familia del Centro de Deambulantes, atendidos con esmero por 22 trabajadores, enfermeras, celadores, custodios, auxiliares de limpieza y de cocina, cocineras, una asistente, la administradora y la rehabilitadora social y ocupacional.
La creación hace tres años de este Centro no solo motivó la aceptación popular, sino que resultó la esperada solución a un problema con alta incidencia social.
Iliana Escalona Echavarría, administradora desde entonces, exterioriza hoy su satisfacción por ser parte de ese colectivo y explica que cuentan con todos los recursos y abastecimientos necesarios para la atención a los pacientes, que incluye además de la alimentación requerida, el baño a quien lo precise, el afeitado diario, el chequeo de la salud periódicamente y un alto nivel de comprensión.
Espaciosa y ventilada, la confortable institución muestra al visitantes y a sus moradores mucha higiene y orden, áreas de medicina verde, lavandería, televisor, refrigerador y amplias habitaciones.
Enelvis Aguilera Ferrales, licenciada en Rehabilitación social y ocupacional, tiene a su cargo la realización de la actividad socialmente útil y la terapia ocupacional.
“Disfruto cuanto hago –afirma- uno llega a encariñarse con los pacientes y a verlos como si fueran verdaderamente nuestra familia allegada.
“Me toca evaluar cotidianamente la habilidad de cada uno de ellos en el desempeño, es decir, a través de la terapia ocupacional, y llevarlos al parque, a pasear por la comunidad y a museos, o convenir accioners culturales y de extensión de la biblioteca.
“La terapia ocupacional incluye tareas laborales, de autoservicio, utilización del tiempo libre, actividades recreativas, deportivas, culturales y dinámicas con familiares.”
Al interesarnos por el mecanismo utilizado para el ingreso de los pacientes, explica que se hace a través del área de salud.
“Hasta hace poco tiempo era de otra manera, es decir, se les recogía en la calle y los traían para acá, pero ahora los trabajadores sociales del equipo de salud mental de cada área posee el control de las personas deambulantes, y en la medida de lo posible trabaja con ellos, y si no hay otra solución, los ingresa aquí, para su rehabilitación por un tiempo determinado y luego son reinsertados a la sociedad y al seno de la familia si la tienen, si no se le tramita su posible ingreso al Hogar de ancianos, si es adulto mayor.
“Es sumamente difícil, llegan sin hábitos de conducta, algunos en una tenaz lucha contra el alcoholismo, y después no quieren irse de alta, pues algunos retoman su actuar y es preciso traerlos nuevamente.
“En algunos casos la familia no se siente capacitada para asumir el cuidado de ellos, aunque sea su total responsabilidad, en eso también se trabaja, para convencerlos, prepararlos …, en fin ocupar el lugar que les toca.”
En el largo proceso de rehabilitación e incorporación a la sociedad interviene un equipo multifactorial. La dinámica funcional está basada en actividades vinculadas con la mejoría de la calidad de vida de los deambulantes y a su adaptación a las normas sociales.
EN BUSCA DEL CAMINO
El doctor Ariel del Valle, al frente del Equipo provincial de Salud Mental valora de forma positiva la labor desplegada durante estos tres años por el referido Centro, y resalta igualmente el desempeño del colectivo del situado en Manzanillo para iguales fines.
Expone que aunque solo existen esos dos en la provincia, lógicamente insuficientes, se aprecia una disminución de los casos de deambulantes en las calles, como resultado de un trabajo encaminado a tales efectos.
Félix Quesada y Manuel Bazán, pacientes del Centro de Mabay, coinciden con la aseveración de Ariel.
Félix, por ejemplo, cataloga de muy buena la atención, la alimentación, la higiene…, y hace público su agradecimiento por esta labor tan humana y sensible.
“En mi caso –dice-, que no estoy enfermo, solo que perdí todo, la vivienda y mis cosas por azahares de la vida. Es sumamente duro estar en la calle, sin tener dónde ir. Aquí encontré una familia y todo cuanto me hace falta gratuitamente, eso solo es posible por la grandeza de la Revolución.”
Manuel Bazán ya estuvo anteriormente siete meses y lleva ahora 30 días, es de Pompita. “Aquí me tienen en perfectas condiciones, lo mejor, recibo todo lo que necesito. Mi problema es con la bebida, cuando me da por darme los tragos me desaparezco de la casa, pues a mí no hay quien me pelee. Espero en esta ocasión resolver definitivamente.”
Tuto es un hombre fornido, con un rostro noble y bonachón, propio de quienes tienen retraso mental, vive aquí desde hace tres años, pues de él se desconoce todo, hasta el nombre, por eso el chiqueo que cariñosamente le han puesto. No fue preciso que hablara palabra alguna, su expresió facial y su mirada exteriorizaron el sentimiento de gratitud.
Ël y sus restantes compañeros nos dijeron adiós y en el movimiento de sus manos y la sonrisa a flor de labios se dibujó el mensaje: esta es la mejor manera para buscar y encontrar el camino.
Recuerdos de más de tres décadas
A veces me siento a recordar y me transporto muchos años atrás, cuando los sueños llenaban mi mente y mis manos.
Vuelvo a ser una adolescente colmada de ilusiones para el futuro, y me veo a pasos acelerados por el pasillo central de mi amada Escuela Vocacional José Martí, de Holguín, con el uniforme azul y la vitalidad reflejada en el rostro.
Fueron años de mucho estudio y diversas tareas, compartidas con el cargo de secretaria del Comité de la Unión de Jóvenes Comunistas del plantel, para atender el Deporte, la Cultura y la Recreación.
Quizás los recuerdos llegaron a mí por el aniversario 35 de haberse inaugurado ese centro por el Comandante en Jefe Fidel Castro, este primero de septiembre.
Me parece ver los edificios flamantes, las áreas exteriores reverdecidas, los dormitorios con su nuevo mobiliario, las aulas ordenadas, espaciosas y limpias, los amplísimos pasillos, las áreas de deportes, el complejo de piscinas..., en fin todo.
Allí tuve mis primeros amores de juventud, los besos que bautizaron mis labios, allí comencé a ser responsable y laboriosa y enrumbé mi camino.
La decisión de ser médico era pública, algunos de mis compañeros me decían cariñosamente la doctora y esa fue la carrera elegida, aunque solo estudiada hasta el tercer año por motivos agenos a mi voluntad. Hoy para mi beneplácito mi hija sigue esos pasos y ya inició los estudios de la carrera.
Atesoro especial cariño por personas como Mercedes, Salvadora, María Arango, Osmani, Lázaro, Alfonsito... todos hoy profesionales de prestigio.
Si el tiempo volviera atrás, nuevamente me esforzaría para ser seleccionada por mi índice académico para estudiar en esa escuela, actualmente Instituto Vocacional de Ciencias Exactas José Martí.
Rostros frescos dan vida hoy a este “palacio” del saber, que se yergue magestuosamente con igual compostura a la de hace 35 años.
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