lunes, 4 de octubre de 2010

Ojos color de cielo



Durante estos días grises y húmedos una sensación de nostalgia se apodera de los seres humanos, es como si la falta de los rayos del Sol adormecieran un tanto nuestros sentidos.
Así me he sentido, con un poco de pereza aunque no por ello le di paso a la holgazanería, al contrario.
Por suerte para mí, el “cielo dentro de mi casa no dejó de estar azul”, porque nuestra vecina más pequeña, María Claudia, tiene  unos maravillosos ojos color de cielo, tan azules y límpidos que cuando te miran irradian claridad y alegría.
Esa niña de solo tres años y medio, sabe, al buen decir del cubano, “más de lo que le han enseñado” y no permanece callada ni un minuto.
Además de sus ojos, llama la atención en ella un carisma especial que la hace locuaz y simpática, y  ese don de la sabiduría que al parecer Madre Natura le dio como obsequio cuando nació.
Su diálogo tiene total coherencia y sus respuestas nunca llegan antes de que razone lo que va a decir.
Por ello parece normal que haga referencias a hechos del acontecer nacional e internacional que escucha por los medios, por ejemplo: el sábado se me apareció en trusa y me dijo: “Ya estoy, si el río llega hasta acá, me puedo bañar sin problemas”.
Con anterioridad me había comentado sobre “las camisas tan bonitas que se pone Fidel, el papá de todos los niños cubanos”.
Dice que la guerra es muy, pero muy mala y que desaparece a los niños y a sus padres, y que el cielo es azul como sus ojos; la leche blanca y las plantas verdes.
Al Programa Educa a Tu hijo en el cual está insertada una vez por semana, como preámbulo al preescolar, resulta sumamente beneficioso para su aprendizaje y el de sus compañeritos.
Estoy feliz de tener tan cerca de mí a esa vecinita inquieta, capaz de atrapar a su interlocutor con sus ojos color de cielo.

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