Hoy amaneció el cielo más brillante. El aire, como una tenue brisa acaricia los rostros de miles y miles de bayameses, de cualquier edad.
La calle Martí se inundó de personas que flores en mano madrugaron para rendir el más merecido de los tributos a Camilo Cienfuegos, el hombre de las mil batallas que pasó a la historia por su bravura, por su amplia sonrisa y por su sombrero alón.
Hace 51 años, luego de cumplir una importante misión en Camagüey, abordó una avioneta rumbo a La Habana, y nunca llegó, desapareció en el mar, pero quedó entre nosotros, para convertirse en uno de los más imperecederos ejemplos de la Patria.
No pude conocerlo personalmente, cuando nací, el 20 de noviembre de 1959, hacía una decena de días que había desaparecido físicamente, pero sí supe de él desde siempre, por las anécdotas contadas por mi padre, compañero de Camilo en el Ejército Rebelde; por las clases de Historia de Cuba, por la prensa, por mi tía Nelda, quien fuera su compañera de trabajo en la tienda El Encanto,… en fin, por su legado.
Las aguas del río Bayamo visten hoy un multicolor atuendo, de margaritas, rosas, azucenas, siemprevivas, madreselvas, amapolas, nardos…. y repiten como un eco “Gracias Camilo, por haber existido y por ser cubano”.
Hoy es un día especial, miro y veo a mi alrededor su rostro aguileño, su espesa barba, sus ojos límpidos y hermosos, su dentadura blanca y pareja, su pelo lacio y ralo sobrepasando los hombros; veo esa sonrisa encantadora, capaz de atrapar a los niños; veo, a Camilo, a nuestro Camilo.
jueves, 28 de octubre de 2010
viernes, 8 de octubre de 2010
“Seremos como el Che”
Hoy es un día quizás demasiado especial para los niños cubanos, se hará la iniciación a los alumnos de primer grado como pioneros Moncadista.
No obstante la lluvia, las escuelas están alegres y activas, los pequeños asistieron en esta ocasión con sus padres y madres.
Para mi sobrino Juan Enrique es el más grande acontecimiento que le ha sucedido en sus 6 años de vida.
Anoche durmió inquieto, por temor a que Elisa, su mamá, se quedara dormida y llegaran tarde al acto.
Se despertó sobre las 5:00 am y saltó de la cama con prisa, hoy no fue necesario instarlo a apurarse en el aseo, lo hizo todo en silencio, desayunó y se sentó frente al televisor mientras amanecía.
Al mirarlo recuerdo a mi María Caridad un 8 de octubre de 2001, cuando con desmedido orgullo recibió su pañoleta azul, que aún a los casi 17 años de edad guarda como valioso trofeo.
Estas historias, multiplicadas por miles de niños cubanos es el mejor homenaje al Che en el aniversario de su caída en combate.
El compromiso de cada uno de ellos se hace patente a partir de hoy, cuando con su mano derecha sobre la frente dice: “Pioneros por el comunismo, Seremos como el Che”.
No obstante la lluvia, las escuelas están alegres y activas, los pequeños asistieron en esta ocasión con sus padres y madres.
Para mi sobrino Juan Enrique es el más grande acontecimiento que le ha sucedido en sus 6 años de vida.
Anoche durmió inquieto, por temor a que Elisa, su mamá, se quedara dormida y llegaran tarde al acto.
Se despertó sobre las 5:00 am y saltó de la cama con prisa, hoy no fue necesario instarlo a apurarse en el aseo, lo hizo todo en silencio, desayunó y se sentó frente al televisor mientras amanecía.
Al mirarlo recuerdo a mi María Caridad un 8 de octubre de 2001, cuando con desmedido orgullo recibió su pañoleta azul, que aún a los casi 17 años de edad guarda como valioso trofeo.
Estas historias, multiplicadas por miles de niños cubanos es el mejor homenaje al Che en el aniversario de su caída en combate.
El compromiso de cada uno de ellos se hace patente a partir de hoy, cuando con su mano derecha sobre la frente dice: “Pioneros por el comunismo, Seremos como el Che”.
lunes, 4 de octubre de 2010
Ojos color de cielo
Durante estos días grises y húmedos una sensación de nostalgia se apodera de los seres humanos, es como si la falta de los rayos del Sol adormecieran un tanto nuestros sentidos.
Así me he sentido, con un poco de pereza aunque no por ello le di paso a la holgazanería, al contrario.
Por suerte para mí, el “cielo dentro de mi casa no dejó de estar azul”, porque nuestra vecina más pequeña, María Claudia, tiene unos maravillosos ojos color de cielo, tan azules y límpidos que cuando te miran irradian claridad y alegría.
Esa niña de solo tres años y medio, sabe, al buen decir del cubano, “más de lo que le han enseñado” y no permanece callada ni un minuto.
Además de sus ojos, llama la atención en ella un carisma especial que la hace locuaz y simpática, y ese don de la sabiduría que al parecer Madre Natura le dio como obsequio cuando nació.
Su diálogo tiene total coherencia y sus respuestas nunca llegan antes de que razone lo que va a decir.
Por ello parece normal que haga referencias a hechos del acontecer nacional e internacional que escucha por los medios, por ejemplo: el sábado se me apareció en trusa y me dijo: “Ya estoy, si el río llega hasta acá, me puedo bañar sin problemas”.
Con anterioridad me había comentado sobre “las camisas tan bonitas que se pone Fidel, el papá de todos los niños cubanos”.
Dice que la guerra es muy, pero muy mala y que desaparece a los niños y a sus padres, y que el cielo es azul como sus ojos; la leche blanca y las plantas verdes.
Al Programa Educa a Tu hijo en el cual está insertada una vez por semana, como preámbulo al preescolar, resulta sumamente beneficioso para su aprendizaje y el de sus compañeritos.
Estoy feliz de tener tan cerca de mí a esa vecinita inquieta, capaz de atrapar a su interlocutor con sus ojos color de cielo.
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