lunes, 1 de julio de 2013
Voluntad contra barbarie
Desde que tengo uso de razón no solo escucho, sino cohabito forzosamente con la palabra bloqueo, pues el Gobierno de Estados Unidos vio en la Revolución cubana, desde 1959, un mal ejemplo y un desafío a su pretendida expansión territorial.
Desde el punto de vista legal el bloqueo no tiene ningún fundamento, al no existir norma alguna del Derecho Internacional que lo justifique en tiempos de paz. Este viola numerosos derechos del pueblo cubano y del norteamericano, porque el Gobierno yanqui en su desesperación ha aprobado sanciones cuyos efectos negativos los alcanza.
Por años, este cerco ha sido mantenido y recrudecido por sus diferentes gobiernos, una guerra no declarada, con el fin de volver a aplicar su dominio sobre nuestros destinos.
Tal situación nos ha impuesto gigantescos retos. El espacio de reflexión Rompiendo el bloqueo, que se efectúa cada mes en la Delegación del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, referido en la ocasión a la Salud Pública, es una tribuna de denuncia.
El encuentro devino importante momento de combate. Las conferencias tuvieron como primera conclusión que el bloqueo económico impuesto a Cuba no solo incide en la salud y en la vida del paciente, sino en la psiquis del personal médico, pues se ve limitado a salvar una vida o aliviar un dolor.
Aunque algunas personas a veces aseguran que responsabilizarlo de la mayor parte de nuestros problemas y necesidades es un “acomodamiento imperdonable”, son ciertos y dolorosos los daños ocasionados por él, pues en la Salud, en Granma, por ejemplo, ha provocado dificultades con fármacos imprescindibles para el tratamiento de patologías neuroquirúrgicas, enfermedades crónicas invalidantes, y con la adquisición de válvulas mitrales y aórticas.
También, se aprecian situaciones similares con el complejo sistema de riñones artificiales (500 pacientes se mantienen bajo el régimen de hemodiálisis), por la carencia de dializadores, agujas para fístulas, y medicamentos para contrarrestar la anemia de estos enfermos, cuyo tratamiento hemodialítico individual asciende por mes a unos 360 dólares.
Los perjuicios se extienden además al proceso de aprendizaje, al desarrollo de la investigación y al del trabajo científico, tanto de profesores como de alumnos, en la Universidad de Ciencias Médicas de Granma.
La no entrada al país de reactivos e insumos necesarios para el diagnóstico de diferentes tipos de enfermedades, es parte de los daños causados en el área de Higiene y Epidemiología, donde por baja técnica, debido a la falta de piezas de repuesto, se perdieron más de 80 mil dólares, y por compra de nuevos equipos se invirtieron 21 mil 600 dólares.
Es también la causa de la no adquisición de equipos para mejorar la infraestructura sanitaria, lo cual ha repercutido en la aparición de epidemias recientes, como las enfermedades diarreicas agudas.
A ello se suma el faltante de unos 40 renglones de medicamentos en las farmacias comunitarias, porque las materias primas para su producción se obtienen en el extranjero, y las autoridades estadounidenses se encargan de obstaculizar las transacciones.
La situación impuesta al país no ha permitido a los servicios de Salud de Granma a avanzar al ritmo que se requiere y merece el pueblo, pero no ha quebrantado la voluntad de los trabajadores del sector de luchar por consolidar lo alcanzado y desarrollarse.
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